En la década del ’40, cuando los radioteatros eran el rey del entretenimiento, nació un personaje que trascendería las ondas para convertirse en un símbolo xeneize: Pedrín, el fainero. Su historia, arraigada en un barrio pizzero por excelencia, es el relato de cómo la ficción se transformó en mito, un mito que aún hoy late en las tribunas, en banderas y en la memoria colectiva.
La Inconfundible Figura de Pedrín
Imaginen un hombre de pelos revueltos, bigotes espesos, una porción de pizza en mano, la camiseta azul y oro siempre presente y una sonrisa que desafía cualquier adversidad. Ese es Pedrín, un tano inmigrante que surgió en “La gran pensión El campeonato”, un radioteatro de Radio Belgrano. En aquellos años, la radio era el centro del universo mediático argentino, y la televisión, un sueño lejano.
La trama del radioteatro era sencilla pero efectiva: una pensión donde cada inquilino representaba a un club de fútbol y competía por el amor de la hija de la dueña, la codiciada “Miss Campeonato”. Pedrín, el representante de Boca, era un pizzero, trabajador de la masa, un hombre generoso, gordo, bigotudo y siempre alegre, sin importar las dificultades. Su pasión por Boca Juniors era su motor, su razón de ser. Encarnaba al hincha común, al obrero de barrio, al tano bostero que rebosaba amor por sus colores.
Un Ícono Forjado en el Bicampeonato
La identificación popular con Pedrín fue instantánea. Y la suerte estuvo de su lado: en 1943 y 1944, Boca Juniors rompió la hegemonía de “La Máquina” de River Plate y se consagró bicampeón del fútbol argentino. La ficción se entrelazó con la realidad: Pedrín, interpretado por el talentoso Félix Mutarelli, conquistaba a la “Miss Campeonato”, encarnada por actrices de la talla de Cheché March, Hilda Viñas, Herminia Franco y Carmen Vallejos. Así, el personaje de radio se convirtió en un espejo de la alegría popular, un símbolo de aquellos gloriosos títulos.
El Legado de Pedrín
Con el tiempo, Pedrín trascendió las ondas radiales. De una voz con marcado acento italiano, pasó a ser una imagen omnipresente en banderas, muñecos y hasta tatuajes. Su espíritu, el del hincha fiel e incondicional, sigue vivo en cada rincón de La Boca. Pedrín el fainero, un personaje de ficción, se convirtió en un mito eterno, un símbolo de la pasión xeneize que seguirá latiendo en el corazón de cada hincha de Boca Juniors.