El Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM) sorprendió en mayo con una deflación del 0,3%, un fenómeno que no se observaba desde 2008, excluyendo el período atípico de la pandemia. Este dato, revelado por el INDEC, genera interrogantes sobre la evolución de la economía argentina y su posible impacto en los precios al consumidor.
¿Qué impulsó la deflación mayorista?
Según el INDEC, la baja en el IPIM se debe principalmente a la caída de los precios de los productos importados (-4,1%). Los productos nacionales, en cambio, mostraron una variación cercana a cero. Dentro de los productos nacionales, se observaron comportamientos mixtos. Algunos rubros como los productos agropecuarios, los productos pesqueros y los productos refinados del petróleo registraron bajas, mientras que Alimentos y bebidas, Impresiones y reproducción de grabaciones, y Equipos y aparatos de radio y televisión mostraron subas.
La visión del gobierno y el impacto del "dólar pisado"
El ministro de Economía, Luis Caputo, celebró la noticia en su cuenta de X, destacando que, corrigiendo por el impacto de la pandemia en 2020, esta es la única disminución en el indicador desde 2016. Sin embargo, algunos analistas señalan que la deflación en los productos importados es una consecuencia del "dólar pisado", una política que, si bien puede contener la inflación en el corto plazo, podría tener efectos negativos sobre la industria local a largo plazo.
¿Un anticipo de la inflación minorista?
Si bien el IPIM no siempre anticipa la inflación minorista del mes siguiente, es un indicador importante a tener en cuenta. La evolución de los precios mayoristas puede influir en los costos de producción y, eventualmente, trasladarse a los precios que pagan los consumidores. Será crucial observar si esta tendencia deflacionaria se mantiene en los próximos meses y cómo impacta en el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Implicaciones y desafíos
La deflación mayorista plantea tanto oportunidades como desafíos para la economía argentina. Por un lado, podría aliviar la presión inflacionaria y mejorar el poder adquisitivo de los consumidores. Por otro lado, podría indicar una debilidad en la demanda interna y generar preocupaciones sobre el crecimiento económico. El gobierno deberá monitorear de cerca la situación y tomar medidas para asegurar una recuperación sostenible.