El biógrafo de Javier Milei, Nicolás Márquez, se encuentra en el centro de la polémica tras cuestionar públicamente la denuncia por violencia y abuso sexual de la actriz y modelo Julieta Prandi contra su exmarido, Claudio Contardi, quien recientemente fue condenado a 19 años de prisión. Sus comentarios, vertidos en la red social X (anteriormente Twitter), generaron un fuerte repudio y lo obligaron a eliminar la publicación.
En su mensaje, Márquez, quien se autodenomina como un observador ajeno a la farándula, puso en duda la veracidad de los hechos denunciados por Prandi, argumentando que una mujer con su notoriedad pública, autonomía económica y nivel cultural no podría haber permanecido en una situación de “secuestro” y abuso durante años. “Cualquier mujer con dos dedos de frente y cierto nivel cultural, al ser golpeada o abusada por su esposo se separa en el acto y hace la denuncia pertinente… ¿Cómo hizo para vivir por años bajo ‘secuestro’ sin escaparse?”, escribió Márquez, desatando la indignación de usuarios y organizaciones defensoras de los derechos de la mujer.
La respuesta en redes sociales fue inmediata y contundente. Expertos y activistas señalaron que las declaraciones de Márquez constituyen un claro ejemplo de inversión de la responsabilidad, culpabilizando a la víctima en lugar de al agresor. Se criticó su falta de empatía y su desconocimiento de las dinámicas de la violencia de género, que a menudo impiden a las víctimas denunciar y escapar de situaciones de abuso.
Este incidente pone de manifiesto la persistencia de prejuicios y estereotipos en torno a la violencia de género, y la necesidad de seguir trabajando en la concientización y sensibilización de la sociedad. Las declaraciones de figuras públicas como Nicolás Márquez, aunque luego retractadas, tienen un impacto significativo en la percepción pública de estos temas y pueden desalentar a otras víctimas a denunciar.
Reacciones y Consecuencias
Tras la ola de críticas, Márquez borró el tuit, pero el daño ya estaba hecho. La polémica se extendió a diversos medios de comunicación y plataformas digitales, generando un debate sobre los límites de la libertad de expresión y la responsabilidad de los personajes públicos al abordar temas sensibles como la violencia de género.
¿Qué sigue?
Este caso sirve como un recordatorio de la importancia de abordar la violencia de género con seriedad, respeto y empatía. Es fundamental escuchar y creer a las víctimas, y evitar la difusión de mensajes que las culpabilicen o minimicen su sufrimiento. La lucha contra la violencia de género es una tarea de todos, y requiere un compromiso constante con la educación, la prevención y la justicia.