Joaquín Sabina, el icónico cantautor español, ha dicho adiós a los escenarios tras más de 40 años de trayectoria musical. El Movistar Arena de Madrid fue testigo de su último concierto, el número 71 de la gira 'Hola y Adiós', un recorrido que lo llevó por España, América Latina y ciudades emblemáticas como Londres, París, Los Ángeles y Nueva York.
La noticia del adiós de Sabina ha conmovido a sus seguidores y a la comunidad musical. José Emilio Navarro, 'Berry', su mánager desde 1999, expresó la emotividad del momento: “Joaquín dijo que era el último viaje y es el último viaje”. Berry, quien también gestionó las despedidas de Joan Manuel Serrat y José Luis Perales, reconoce la importancia de este cierre de ciclo en la carrera de Sabina.
Un Adiós Lleno de Emoción
Antonio García de Diego, el músico más veterano de la banda, compartió la intensidad que se vive en el escenario: “A Sabina se le ve muy emocionado porque sabe lo que está ocurriendo, el cariño que le ofrece el público, y la gente se entrega sabiendo que es la última vez que lo va a ver”. García de Diego recordó sus inicios con Sabina alrededor de 1987 o 1988, una decisión que implicó dejar su trabajo con Víctor Manuel y Ana Belén.
El concierto de despedida en Madrid fue un recorrido por la extensa discografía de Sabina. Desde clásicos como '19 días y 500 noches' hasta sus más recientes éxitos, el público coreó cada canción, creando una atmósfera de celebración y nostalgia. El propio Sabina, visiblemente emocionado, agradeció el cariño y el apoyo de sus fans a lo largo de los años.
Un Legado Imborrable
La despedida de Joaquín Sabina marca el fin de una era en la música en español. Su poesía urbana, sus letras cargadas de ironía y su voz inconfundible han dejado una huella imborrable en generaciones de oyentes. Aunque se despide de los escenarios, su música seguirá sonando, inspirando y emocionando a quienes aman la canción de autor.
- Repertorio: El concierto incluyó temas como 'Yo me bajo en Atocha', 'Lágrimas de mármol', 'Lo niego todo' y 'Mentiras piadosas'.
- Participación: El público coreó cada estrofa, generando una experiencia colectiva inolvidable.
- Emoción: Sabina, sentado en un taburete, transmitió la calidez y experiencia de más de setenta conciertos en diez meses.
El mundo de la música despide a un grande, pero celebra un legado que perdurará por siempre.