Después de 41 años de angustiosa búsqueda, la verdad sobre la desaparición de Diego Fernández Lima, un adolescente de 16 años, ha salido a la luz. Un análisis genético confirmó que los restos óseos encontrados en mayo en el jardín de una casa en el barrio porteño de Coghlan pertenecen a Diego. La fiscalía investiga un posible homicidio.
Una desaparición que marcó una época
El 26 de julio de 1984, Diego se despidió de su madre en Belgrano, Buenos Aires, con la promesa de ir a la casa de un amigo y luego al colegio. Nunca regresó. La denuncia de su desaparición fue minimizada por la policía, quienes sugirieron una posible fuga. Sin embargo, la familia nunca perdió la esperanza de encontrarlo.
El hallazgo fortuito y la conexión con Cerati
El descubrimiento de los restos fue accidental. Durante obras en un muro divisorio entre un terreno en construcción y una vivienda en Coghlan, los albañiles encontraron huesos. La noticia cobró relevancia al descubrirse que en esa casa vivió Gustavo Cerati, líder de Soda Stereo. Aunque la conexión con el músico es circunstancial, atrajo la atención pública al caso.
La investigación actual y los desafíos legales
La casa donde fueron encontrados los restos perteneció a la familia Graf, y Cristian Graf, compañero de colegio de Diego, vivió allí. El fiscal Martín López Perrando enfrenta el desafío de investigar un crimen prescripto. Para poder interrogar a Graf como sospechoso, necesita pruebas sólidas que eviten que la defensa alegue la prescripción del delito, lo que cerraría la causa e impediría conocer la verdad.
Un rayo de esperanza para la familia
A pesar de los obstáculos legales, la identificación de los restos de Diego Fernández Lima representa un avance crucial. La familia, tras décadas de incertidumbre, busca respuestas sobre quién, cómo y por qué le arrebataron la vida a Diego. La investigación continúa, con la esperanza de esclarecer este misterioso crimen y brindar un cierre a sus seres queridos.